Es oficial. La luna de miel es historia. Resulta curioso que
en un mes las emociones den tantísimas vueltas. Y aún más curioso (¿O quizá no?) que los que
vivimos solos seamos lo primeros en abandonar el permanente estado de euforia
en el que nos hemos regodeado durante 30 días. La lluvia, combinada con un calor aplastante y húmedo hace mella en nuestro ánimo y en nuestra salud. Aún queda mucho, o al menos lo parece, para volver a ver a los seres queridos. A reencontrarte con ellos aquí o allí. Lógicamente, aún queda tiempo también para las primeras vacaciones. Llegas a casa y...Nadie. Desde luego el hecho de tener a
alguien compartiendo morada ayuda a no desmoronarte, aunque por otro lado... Es bien
sabido que la soledad a veces es la mejor amiga que uno puede tener. Si tan sólo tuviéramos internet.
Internet, internet, internet...
Porque después de este mes, amigos, internet
sigue sin funcionar y por lo tanto las horas caseras se vuelven eternas, entre
libros, estudio de la lengua alemana y noticias en la CNN (¿Depre o no?). Es digno de estudio lo que puede provocar en una persona la falta de comunicación con su país de origen. No es
de extrañar por tanto que hayamos decidido que hoy es el día para empezar a ir
al gimnasio. Total, no podemos pasarnos la vida de cervecitas, sabemos que es
hora de empezar a normalizar y mientras nuestro querido casero (Que empieza a correr
peligro de asalto en medio de la calle cualquier día de estos) decide o no
surtir a este pequeño grupo de expatriados del medio de comunicación básico del
siglo XXI, tenemos decisiones que tomar. Zumba o aerobic. Yoga o Pilates.
Máquinas o spinning. Lo que sea con tal
de alejar de la mente pensamientos negativos. Qué estoy haciendo aquí. Qué es
lo que he hecho. En qué estaba pensando al dejar todo mi mundo atrás. Soy
idiota. Si todo es perfecto por qué me
encuentro así. Justo como nos dijeron que sucedería.
Pero no hay hueco para eso. No en Düs. No en esta experiencia maravillosa. No siendo tan extraordinariamente afortunados. No señor.
Porque es
cierto que el primer acto ha sido divertido. Intenso. Excitante. Son algunas de
las palabras con las que todos describimos nuestro primer mes. Feliz
mesiversario por cierto chavales, que sé que me leeis gracias a google
translator, digais lo que digais. (Me pregunto cómo traducirá Google "chavales"...) Pero el Segundo acto no tiene por qué ser
peor. Distinto si. Pero también fascinante, intuyo. Porque ahora es cuando empieza todo
a ser real. Ahora es cuando lo que hemos creído percibir durante el primer
contacto sale a la luz o no. Cuando lo verdadero se destapa y lo que no era más
que una ilusión se evapora como por arte de magia. Es ahora cuando sabremos
realmente qué estamos haciendo aquí. Y cuando nuestra vida ( mi vida) empezará
a recuperar el equilibrio y la estabilidad. Seguramente también cuando
empezaremos a ser por fin nosotros mismos, y a conocernos mejor. De verdad. Por
dentro.
Antes de la caída en picado del ánimo general el domingo por la tarde (Estúpidos domingos, ¿Verdad?), como comentaba hace unos días, el viernes decidimos cambiar de bares. Mala decisión. Molto mala. Puede que sigamos sin dominar el cotarro alemán, pero honestamente hasta el momento me quedo sin ningún género de duda con aquel tugurio cubano, oscuro y semivacío, de cierto jueves por la noche, donde la música al menos no me sonaba a chino. Quién iba a decirme que mi lado más latino saldría a la luz precisamente en Alemania. Creo que si oyera una sevillana por la calle a día de hoy, me pondría a bailar a lágrima viva. (Y olé)
El sábado cambiamos la noche de chicas por noche de bolera y billares; y obviando el hecho de pasar por delante de los tribunales, no reconocerlos, ponernos a descifrar lo que rezaba la placa de la entrada, y darme cuenta de que, surprise surprise, fíjate que vivimos justo al lado; la verdad es que tuve un flashback brutal a mis 15 añitos, cuando los viernes por la tarde iban sobre comics, billares y a veces ping pong. Buenos tiempos aquellos. Todo parecía más fácil. ¿O quizá no? Entonces escribía un diario, y hoy un blog. No parece un gran cambio después de todo. ¿Madurez adquirida en estos últimos 12 años? Ea.
Antes de la caída en picado del ánimo general el domingo por la tarde (Estúpidos domingos, ¿Verdad?), como comentaba hace unos días, el viernes decidimos cambiar de bares. Mala decisión. Molto mala. Puede que sigamos sin dominar el cotarro alemán, pero honestamente hasta el momento me quedo sin ningún género de duda con aquel tugurio cubano, oscuro y semivacío, de cierto jueves por la noche, donde la música al menos no me sonaba a chino. Quién iba a decirme que mi lado más latino saldría a la luz precisamente en Alemania. Creo que si oyera una sevillana por la calle a día de hoy, me pondría a bailar a lágrima viva. (Y olé)
El sábado cambiamos la noche de chicas por noche de bolera y billares; y obviando el hecho de pasar por delante de los tribunales, no reconocerlos, ponernos a descifrar lo que rezaba la placa de la entrada, y darme cuenta de que, surprise surprise, fíjate que vivimos justo al lado; la verdad es que tuve un flashback brutal a mis 15 añitos, cuando los viernes por la tarde iban sobre comics, billares y a veces ping pong. Buenos tiempos aquellos. Todo parecía más fácil. ¿O quizá no? Entonces escribía un diario, y hoy un blog. No parece un gran cambio después de todo. ¿Madurez adquirida en estos últimos 12 años? Ea.
Como buena noticia he de comunicar que hemos percibido nuestro primer hermoso, hermosísimo sueldo, que sin embargo no nos ha hecho tan ricos como creímos en un primer momento (snif snif) pero que no deja de alegrar el bolsillo al fin y al cabo.
Por ir abreviando, que
nos encontramos en tierras tan lejanas como extrañas es algo innegable. Pero
momentos como el de la primer nómina, o que un compañero de despacho te invite a un
helado de chocolate por haberle ayudado el viernes con una tarea engorrosa, un
abrazo en grupo o que una nueva amiga te diga “siempre puedes venir a casa
cuando estés triste”, hacen que todo resulte más llevadero. Y que esa soledad, esa que parece liarse a puñetazo limpio contigo y en el
peor momento, esa que te hace cuestionarte toda tu existencia, esa que tenía (venga, ya lo sabías) que llegar, resulte una carga
menos pesada.
Así que
creo que en el día de hoy, lo más acertado es terminar con un “Guys, thank you all
for this first amazing, funny and exiting month. As we always say, WE ARE FAMILY now.”
Hasta que
lleguen momentos más animados… (Que llegarán)