En el día de hoy, por si alguien tiene dudas al respecto, o por
si yo no me he explicado con la debida claridad, quisiera, aun a riesgo de caer
en la vulgaridad, dejar por escrito algo que todo aquel que piensa marcharse al
extranjero ha de tener claro como el agua en su cabecita. A pesar de la
emoción, de la aventura, de los nuevos amigos, de las oportunidades laborales y
de que de repente te presenten como “abogada de reconocido prestigio
internacional”. A pesar del dinero. A pesar del profundísimo orgullo que
sientes por haber conseguido algo grande de verdad por ti mismo. A pesar de lo
que molas para los que se quedaron. A pesar de todo. Sin paños calientes.
Ser inmigrante es muy, pero que muy jodido
chavales. Y quien diga lo contrario, o vive en el mundo de yupi o miente.
Semejante declaración de mi puño y letra es
consecuencia directa de una serie de sucesos de sobra conocidos por aquellos que tengo
más cerca, y relativos a mi exasperante casero, o excasero, no sé. Podría
escribir un post sólo dedicado a
dicho individuo, pero ya que me repito más que el ajo desde hace semanas, y la
verdad, lo que menos merece el referido ciudadano, es ser el protagonista de
otra de mis reflexiones, creo que lo más adecuado es centrarme en lo que
subyace a la experiencia. Vamos, que saquemos conclusiones.
Me eduqué en un entorno internacional. La
tolerancia por bandera, y una curiosidad nata hacia nuevas culturas son algunas
de las cosas que me inculcaron en el Liceo. (Eso y lo que es la democracia de
verdad, pero esa es otra historia) He tenido y tengo amigas de mil
nacionalidades, de mil culturas y de mil religiones distintas. Por lo tanto, cualquier
comportamiento, digamos… Cerrado, o contrario a esa manera de ver el mundo,
siempre me ha sorprendido sobremanera. (Algo que le hace toda la gracia a mi
clásico, tradicional y madrileño hasta la médula compañero de viaje, ¿Verdad?) Ni
que decir tiene, que al marcharme a un país intrínsecamente europeo, con un
contrato en una mano y un “flamante” currículum en la otra, ni por un segundo
cruzó por mi mente la posibilidad de encontrarme con un energúmeno con profundos
prejuicios, cuando no taras, que tengo razones más que fundadas para intuir,
tienen mucho que ver con nuestra diferencia de culturas. Bien, dicho esto, me
reitero en la idea de que imbéciles hay en todas partes. No tiene nada que ver
con el país. Los hay aquí y allí. Y en las Chimbambas. Este es simplemente el
primero que me he encontrado en Alemania.
El problema es que en una situación de
inseguridad como la que uno tiene al iniciar una nueva vida en otro país,
encontrarse con semejante tipo de personajes puede hacer que uno se forme una
idea equivocada acerca de dicho país. Así que permitidme hacer un llamamiento a
la tolerancia, a la claridad de pensamiento y a la cordura por encima de todo. No
tiremos por el camino fácil, propio de necios sin recursos intelectuales. Siempre
encontraremos a personas con extrañísimos prejuicios relativos a la
nacionalidad, al género, a la edad, o a cualquier otra excusa que encuentren. Porque
desde luego si se ponen a buscar excusas, alguna encontrarán para justificar su
estulticia. Se trata de un cáncer tan viejo como el mundo que afecta a la humanidad
entera. Por ello se ha matado a personas, se han organizado guerras y se han
cometido atrocidades. Asi que permitidme sólo un momento más para repetir.
Tolerancia. Y si por ahí no entra, os dejo este poema, que a mi desde luego me
viene de lujo recordar de vez en cuando.
Contraofensiva
Si a uno
le dan
palos de ciego
la única
respuesta eficaz
es dar
palos
de vidente.
Mario Benedetti
le dan
palos de ciego
la única
respuesta eficaz
es dar
palos
de vidente.
Mario Benedetti
Y cambiemos de tercio.
Ayer fue el maravilloso día en que nuestras
cuentas bancarias volvieron a cobrar vida. Para celebrarlo, me fui directa de la
oficina a Königsalle, en busca de los
últimos detalles para la boda a la que asistiré el sábado en Getxo. Boda que
por cierto (y esto va para los afortunados) no puede hacerme más ilusión. No sólo
porque estoy convencida de que será un evento de los que se recuerdan para los
restos, y no sólo porque los festejos durarán 3 días (cual boda gitana diría mi
madre, como debe ser), sino porque además, los novios son una de esas parejas
internacionales que tanto me gustan. Esas que derrochan inteligencia, éxito y charme por partes iguales, todo rociado con
un aroma a bohemia de la de verdad, de la que se siente dentro y de la que sólo
puede cultivarse a base de un sinfin de viajes alrededor del mundo. Aventureros
ambos, cabellos oscuros, mirada inquieta y una conversación que siempre puede
extenderse hasta las 5 de la madrugada. Porque ellos tienen mucho que decir. Y
me encantan. Así que desde este humilde blog no puedo desearles más que
felicidad. Quiero ser ellos de mayor. Y punto.
Total, que tras las compras de ayer, unas horas
en Ratinger ahora que el vino vuelve
a estar al alcance de mi bolsillo, y mucho tetris en mi maleta tipo Ryanair,
hoy, por fin, por fin, por fin, empiezan mis vacaciones. En unas horas iré
directa de la oficina al aeropuerto y de ahí, a Santander. La primera parada de
mi tour express por la península. Después, un bodorrio un poco más al este, con
outfits engalanados a base de complementos
recién llegados de Düs, tanto en mi caso, como en el de mi acompañante, que no
pudo resistir la tentación de arrasar en esta capital de la moda alemana, y
especialmente en Suitsupply, un lugar
del que creo que no saldría, si yo fuera hombre. Una tienda en la que hasta el más conservador de los chicos españoles se transformaría milagrosamente en un auténtico dandy. Un templo de la moda masculina, con aire británico, trajes a medida, y otros ya hechos, zapatos, corbatas, pañuelos y todos los complementos que un gentleman podría desear. El domingo de nuevo Madrid,
aunque por unas horas, llenas por cierto, de esperadísimos encuentros con la familia "política" y sus comilonas. El lunes
al fin Málaga. Sureña. Cálida. Salerosa. Un poco quinqui a veces. Pero mi
Málaga a pesar de todo. Y allí simplemente amor. Familia. Y playa. Y Mediterráneo.
Y pescaíto frito a todas horas. Y vino blanco helado que mami siempre tiene en
la nevera. Y ladridos por la mañana. Y una bola de pelo que sabe bailar y me da
besitos cada vez que se los pido. Y campos de golf y olor a sal. Y flamenco a
poco que agudices el oído. Y acentazo andaluz. Y, y , y…. Casa. Y después, tras unas últimas horas en la capital, de
nuevo... Al norte.
¿Qué voy a perderme durante estos 10 días?
Una fiesta organizada por la empresa en un
teatro del centro. Sólo puedo decir una cosa. Buh. Me parece mal. ¿Por qué esta semana? Con lo que me gusta una buena fiesta de empresa. Siguiente
tema. Fashion night out. Casi peor. De nuevo buh. Cuando estoy en España, se
celebra en Alemania. Cuando estoy en Alemania se celebra en España. Como si no
tuviera bastante con perderme la feria de Málaga. Repito. Buh. Por último,
estoy casi segura de que en la semana de mi ausencia saldrá el número de
septiembre de la revista corporativa, y con él, el primer photoshooting saldrá a la luz en todo su esplendor. Después de
todo, puede que no sea tan mala idea estar lejos para entonces…
2 meses ya por estas tierras, a las que intento
adaptarme con cada fibra de mi ser. 2 meses de ir y venir, física y
sentimentalmente. 2 meses de autodescubrimiento. 2 meses de blog. Y hace tiempo
que pasamos las 1.200 visitas.
Todo artista necesita tomar distancia de su obra de vez en
cuando, y eso será lo que haga yo durante estos 10 días. Por lo demás…Puedo
prometer y prometo que volveré a escribir.
Y a vosotros, los reconocidos y los anónimos, estéis donde estéis, gracias por leer.
Y a vosotros, los reconocidos y los anónimos, estéis donde estéis, gracias por leer.