miércoles, 2 de octubre de 2013

Es de bien nacido...


Dicen que mal de muchos es consuelo de tontos.

Pero cuánto alivio se siente al dejar un poco de lado el ego, abrir las orejas a las circunstancias ajenas, y de repente descubrir que hay mundo más allá del ombligo propio.

Dejad que me explique en esta víspera de "puente" que tenemos por delante en Düs.

Hace tiempo que no os hablo de mis compañeros. Quizá porque ya son más de 3 meses los que compartimos en esta peculiar aventura. Quizá porque la emoción inicial hace tiempo que pasó a la historia. ¿Pero sabéis? De repente, sin previo aviso, me he dado cuenta de que empezamos a conocernos. De verdad. Al menos eso creo. Y la sensación no es ni fatigosa ni decepcionante, sino muy al contrario, sorprendentemente agradable. Las personas no son todo lo que parecen en un primer momento. Y descubrirlas por dentro es, primero, un derecho que uno ha de ganarse, y segundo, un privilegio que ellas han de otorgar. Y por ello doy gracias. Porque poco a poco van abriendo sus almas ante mí, aunque no siempre encuentren reciprocidad. Porque escuchan y se preocupan, y porque saben cuándo no molestar. Porque sé que sienten más de lo que dicen y dicen menos de lo que quieren. Porque al final todos hemos acabado aquí por alguna razón. Porque todos huimos de algo. Porque aunque sólo sea por eso, somos parecidos, en nuestras inmensas diferencias. Porque hay cosas que no entienden, pero las respetan. Porque en la adversidad cada uno ha demostrado a su manera, y a mis ojos, ser un amigo. Porque a estas alturas ya compartimos confidencias, y secretos. Y porque puedo decir tras 3 meses y poco, que jamás los olvidaré.

Pero quizá no es lo único que debo agradecer. Quizá he ido dejando de lado cosas que van más allá de la algarabía y la fiesta, y de las cañas y las copas, y los miles de planes. Quizá cosas que se han puesto en mi camino me han impedido ver con claridad la belleza de lo pequeño, eso que ahora que todo lo que hay alrededor está establecido, por fin consigo ver. Ver las pequeñas cosas que hacen de un día algo bonito, y de una ciudad un lugar en el que querer estar. Como la luz que se cuela entre las hojas de los árboles de mi jardín cada domingo por la mañana, exactamente a las 11:30. Como los días en que subo sola al tranvía después de la oficina y el sitio individual de delante a la derecha está libre, y entro como en un estado de meditación con el traqueteo del viaje. Como los palitos de queso que compro en Kaiser´s los jueves y que con la copita de vino de rigor saben a gloria bendita. Como el café que, gracias a la cafetera española que tuvo a bien explotar en nuestra primera comida, me hace sentir en casa por el aroma que desprende y que impregna cada rincón de mi apartamento. Como esas tardes en las que apuro un poco más de lo habitual el horario de oficina, y ya no queda nadie alrededor, y estoy sola en el piso 17, viendo atardecer . Como las noches de lluvia torrencial, cuando la claraboya de mi dormitorio no deja de sonar, y parece una nana que ayuda a dormir. Como cuando alguien que no tiene ninguna razón para confiar en mí; de repente, en el momento más inesperado, lo hace, y empieza a hablar. Como cuando sale el sol en Düsseldorf, y deja que el otoño, el de verdad, el que en Madrid dura tan poco, se cuele por la ventana. Como cuando el sonido de la campana de la iglesia que hay al lado de casa me despierta el fin de semana. Como cuando el día en que más necesito un amigo, un gato maúlla en mi puerta. Como una partida de ping pong en una mesa enana, o como una de cartas en una terraza casi igual de enana.

Y si observo en la distancia lejana de un país al sur, encuentro las mismas pequeñas cosas. Cosas que están ahí. Cosas que deben ser consideradas. Conversaciones hasta la madrugada. Un "te entiendo" escrito en un email. Consejos que te guían casi sin querer. Que evitan que te pierdas. Fotos que llegan cuando más lo necesitas. Llorar, porque sabes que puedes, colgada del teléfono con alguien que te espera. Broncas que se resumen en un "te echo de menos". Visitas organizadas con meses de antelación. Presupuestos hipotecados a cuenta de verte la carita cada 2 semanas. Confianza ciega y compromiso, sin que haga falta decirlo. Familia.

Cómo he podido estar tan ciega en algunos momentos como para no disfrutar de cada una de estas pequeñas cosas, no lo sé. Ni por qué se ha cernido mi sospecha sobre la generalidad del entorno que me rodea. Pero si sé que hoy me siento más agradecida que nunca por la vida que tengo. Una que no digo que no me haya ganado, pero que desde luego la suerte también ha decidido regalármela. Y quizá empieza a ser el momento de proponerse disfrutarla y sacarle el jugo en serio.
 
Dice una amiga muy requetesabia, que los momentos malos pasan. Y los buenos… También.

Me enseñaron a cerrar los puños con fuerza y a apretar los dientes. A ladrar cuando es necesario y a defenderme. Y por lo demás, la sonrisa diplomática vino de fábrica.

¿Pero y si fuera un error? ¿Y si esta manera de abordar el mundo (y ojo que la palabra "enfrentar" me viene automáticamente a la mente), no fuera precisamente la correcta? ¿Y si es cierto aquello de hacer el amor y no la guerra?

¿Y si por pasarnos la vida considerando lo que no tenemos, perdiéramos de vista lo que, de hecho, tenemos?

Quizá no estaba preparada para entender la grandeza de cuanto me rodea y del significado que tendrá para mí en más sentidos de los que puedo imaginar. Pero ahora lo estoy. Y no volveré a cuestionar mi decisión de venir hasta aquí. Porque esta es mi vida ahora. Y la quiero tal y como es, y con cada uno de sus protagonistas.
 
Juraría que se abre el telón.

Que empieza el tercer acto...

 

2 comentarios:

  1. OMG Lara...you are amazing!!...I am shivering in this moment...you have a gift: you are able to touch the heart of the people with your words.

    It is 3 months now that we are in Dusseldorf.... it is seems we are living in a dream and I am scared it would finish one day....every day I am becoming more and more confused about what I want and what I am doing with my life but.... even if one day everything would finish, I am sure just about one thing: I would be forever glad to have had the opportunity to live this dream with you and the others because, even if with all ours shortcomings, we really take care of each others...we are an amazing FAMILY!!!

    Ila Lo

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  2. Yes we are Ila! And even if it ends. Even if we go in different ways. And even if we live in different countries... This feeling that we have now... This whole experience. This... will stay in our memories, forever.

    L

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