Dicen
que mal de muchos es consuelo de tontos.
Pero cuánto
alivio se siente al dejar un poco de lado el ego, abrir las orejas
a las circunstancias ajenas, y de repente descubrir que hay mundo más allá del ombligo propio.
Dejad que me explique en esta víspera de "puente" que tenemos por delante en Düs.
Dejad que me explique en esta víspera de "puente" que tenemos por delante en Düs.
Hace
tiempo que no os hablo de mis compañeros. Quizá porque ya son más de 3 meses
los que compartimos en esta peculiar aventura. Quizá porque la emoción inicial
hace tiempo que pasó a la historia. ¿Pero sabéis? De repente, sin previo aviso,
me he dado cuenta de que empezamos a conocernos. De verdad. Al menos eso creo. Y la
sensación no es ni fatigosa ni decepcionante, sino muy al contrario,
sorprendentemente agradable. Las personas no son todo lo que parecen en un
primer momento. Y descubrirlas por dentro es, primero, un derecho que uno ha de
ganarse, y segundo, un privilegio que ellas han de otorgar. Y por ello doy
gracias. Porque poco a poco van abriendo sus almas ante mí, aunque no siempre
encuentren reciprocidad. Porque escuchan y se preocupan, y porque saben cuándo
no molestar. Porque sé que sienten más de lo que dicen y dicen menos de lo que
quieren. Porque al final todos hemos acabado aquí por alguna razón. Porque
todos huimos de algo. Porque aunque sólo sea por eso, somos parecidos, en
nuestras inmensas diferencias. Porque hay cosas que no entienden, pero las
respetan. Porque en la adversidad cada uno ha demostrado a su manera, y a mis
ojos, ser un amigo. Porque a estas alturas ya compartimos confidencias, y
secretos. Y porque puedo decir tras 3 meses y poco, que jamás los olvidaré.
Pero
quizá no es lo único que debo agradecer. Quizá he ido dejando de lado cosas que
van más allá de la algarabía y la fiesta, y de las cañas y las copas, y los
miles de planes. Quizá cosas que se han puesto en mi camino me han impedido ver
con claridad la belleza de lo pequeño, eso que ahora que todo lo que hay
alrededor está establecido, por fin consigo ver. Ver las pequeñas cosas que
hacen de un día algo bonito, y de una ciudad un lugar en el que querer estar.
Como la luz que se cuela entre las hojas de los árboles de mi jardín cada
domingo por la mañana, exactamente a las 11:30. Como los días en que subo sola
al tranvía después de la oficina y el sitio individual de delante a la derecha
está libre, y entro como en un estado de meditación con el traqueteo del viaje.
Como los palitos de queso que compro en Kaiser´s los jueves y que con la copita
de vino de rigor saben a gloria bendita. Como el café que, gracias a la
cafetera española que tuvo a bien explotar en nuestra primera comida, me hace
sentir en casa por el aroma que desprende y que impregna cada rincón de mi
apartamento. Como esas tardes en las que apuro un poco más de lo habitual el
horario de oficina, y ya no queda nadie alrededor, y estoy sola en el piso 17,
viendo atardecer . Como las noches de lluvia torrencial, cuando la claraboya de
mi dormitorio no deja de sonar, y parece una nana que ayuda a dormir. Como
cuando alguien que no tiene ninguna razón para confiar en mí; de repente, en el
momento más inesperado, lo hace, y empieza a hablar. Como cuando sale el sol en
Düsseldorf, y deja que el otoño, el de verdad, el que en Madrid dura tan poco,
se cuele por la ventana. Como cuando el sonido de la campana de la iglesia que
hay al lado de casa me despierta el fin de semana. Como cuando el día en que
más necesito un amigo, un gato maúlla en mi puerta. Como una partida de ping
pong en una mesa enana, o como una de cartas en una terraza casi igual de
enana.
Y si
observo en la distancia lejana de un país al sur, encuentro las mismas pequeñas
cosas. Cosas que están ahí. Cosas que deben ser consideradas. Conversaciones
hasta la madrugada. Un "te entiendo" escrito en un email. Consejos
que te guían casi sin querer. Que evitan que te pierdas. Fotos que llegan
cuando más lo necesitas. Llorar, porque sabes que puedes, colgada del teléfono
con alguien que te espera. Broncas que se resumen en un "te echo de
menos". Visitas organizadas con meses de antelación. Presupuestos
hipotecados a cuenta de verte la carita cada 2 semanas. Confianza ciega y
compromiso, sin que haga falta decirlo. Familia.
Cómo
he podido estar tan ciega en algunos momentos como para no disfrutar de cada
una de estas pequeñas cosas, no lo sé. Ni por qué se ha cernido mi sospecha sobre la generalidad del entorno que me rodea. Pero si sé que hoy me siento más
agradecida que nunca por la vida que tengo. Una que no digo que no me haya
ganado, pero que desde luego la suerte también ha decidido regalármela. Y quizá
empieza a ser el momento de proponerse disfrutarla y sacarle el jugo en serio.
Dice una amiga muy requetesabia, que los momentos malos pasan. Y los
buenos… También.
Me enseñaron
a cerrar los puños con fuerza y a apretar los dientes. A ladrar cuando es
necesario y a defenderme. Y por lo demás, la sonrisa diplomática vino de
fábrica.
¿Pero
y si fuera un error? ¿Y si esta manera de abordar el mundo (y ojo que la
palabra "enfrentar" me viene automáticamente a la mente), no fuera
precisamente la correcta? ¿Y si es cierto aquello de hacer el amor y no la
guerra?
¿Y si
por pasarnos la vida considerando lo que no tenemos, perdiéramos de vista lo
que, de hecho, tenemos?
Quizá
no estaba preparada para entender la grandeza de cuanto me rodea y del
significado que tendrá para mí en más sentidos de los que puedo imaginar. Pero
ahora lo estoy. Y no volveré a cuestionar mi decisión de venir hasta aquí.
Porque esta es mi vida ahora. Y la quiero tal y como es, y con cada uno de sus
protagonistas.
Juraría
que se abre el telón.
Que empieza
el tercer acto...
OMG Lara...you are amazing!!...I am shivering in this moment...you have a gift: you are able to touch the heart of the people with your words.
ResponderEliminarIt is 3 months now that we are in Dusseldorf.... it is seems we are living in a dream and I am scared it would finish one day....every day I am becoming more and more confused about what I want and what I am doing with my life but.... even if one day everything would finish, I am sure just about one thing: I would be forever glad to have had the opportunity to live this dream with you and the others because, even if with all ours shortcomings, we really take care of each others...we are an amazing FAMILY!!!
Ila Lo
Yes we are Ila! And even if it ends. Even if we go in different ways. And even if we live in different countries... This feeling that we have now... This whole experience. This... will stay in our memories, forever.
ResponderEliminarL