Caramba
caramba, cómo pasa el tiempo. En nada haré la primera escapadita de fin de
semana a España en busca de jamón, acento madraca en toda regla y calores
infernales. Sin embargo, por el momento sigo poniendo al día a mi escaso aunque
muy querido público, de mis andanzas por tierras germanas.
Coincidiendo
con las amables temperaturas y el sol radiante que hemos disfrutado en los
últimos días, Düs se ha abierto en todo su esplendor. Las calles del Alstadt
(Centro histórico) están a rebosar a diario, y ni que decir durante el fin de
semana. Los alemanes compran, comen y beben en la calle. Son felices y eso se
nota. 100% Calidad de vida alemana. La verdad es que había oído hablar de la “joie
de vivre” que se respira en esta ciudad fluvial, elegante, orgullosa y
manejable.Y es cierto. Aún no he tenido tiempo de visitar mucho, pero me voy
acostumbrando a vivir aquí, y no me desegrada en absoluto. Tengo pendiente ir a
Medienhafen, la zona, en principio, más moderna y chic, llena de bares y restaurantes,
galerías de arte, con la famosísima torre de la antena de televisión y los
edificios diseñados por Frank Gehry. Es además y hasta dónde tengo entendido,
el puerto deportivo y el lugar en el que se preparara una especie de perrito
caliente con curry que debe estar de morir. Así que realmente me apetece
muchísimo ir este fin de semana, de modo que iniciaré maniobras de persuasión
dirigidas al resto del grupo en breve.
El fin de
semana pasado decidimos comprar una barbacoa e instalarla en mi ya conocido
jardincito, lugar de reunión o de recogimiento según el día. El domingo fue día
de reunión, y de las gorditas, porque nos pusimos como el kiko a base
de carne alemana cuyo nombre no consigo ni pronunciar, ni mucho menos escribir
por el momento, pero que fue una gran sorpresa gastronómica y queda apuntada
para la próxima.
En el
trabajo, el ambiente sigue tan amable como de costumbre, alternando sesiones
intensivas de estudio acerca del sistema legal alemán, con algún asuntillo en
el que me voy involucrando cada vez más, y por supuesto las clases de alemán. Y
el photoshooting. No puedo dejar de hablar en este blog del photoshooting. Para
el número de septiembre de la revista corporativa, se ha decidido hacer un
denso articulito acerca del programa en el que me hallo, y una entrevista personal
a un par de los participantes en el mismo. ¿Adivináis quién es una de las
personas elegidas? De modo que en el día de ayer, pude dar rienda suelta a mi
vena teatral mientras me sacaban una media de 100 fotos por minuto. En grupo,
por parejas, a solas. De todo. Fue divertidísimo y os podéis imaginar que dio
lugar a más de una situación, digamos… Inolvidable.
Total, que
todo sigue viento en popa, los sentimientos desbocados ante el cúmulo de
emociones, la ira a flor de piel en lo que se refiere a las nuevas tecnologías,
y los ojos como platos ante la ausencia de fregonas allá donde intento adquirir
una. ¿Cómo friegan los alemanes? Os mantendré informados de mis avances.
Corto y
cambio desde Düs.
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